Séptimo día: Midelt - Fez

Tras un sueño reparador, me asomo por la ventana de la habitación, que da al patio interior y a la piscina, para comprobar que hace un día espléndido. Un día espléndido en general, pero sobre todo para viajar, y más si es en moto. En un principio la etapa de hoy no es muy larga. Nuestro destino es Fez, y esperamos llegar con tiempo de visitar la Medina, aunque sea de noche. No obstante, nuestra idea era ir por una carretera de montaña, dando un pequeño rodeo.

De modo que nos tomamos todo con algo más de calma de lo habitual: desayunamos tranquilamente, hacemos alguna foto más en el hotel, pagamos la cuenta... todo con cierta calma.

Buscamos una gasolinera en el pueblo, y algo de pan, porque seguramente haremos parada en el campo para comer. Y nos ponemos en marcha. Los primeros kilómetros vamos por una carretera que ya hicimos unos días atrás, en nuestro camino hacia el sur, pero al hacerla en sentido contrario las cosas se ven diferentes. Volvemos a pasar por Zaida, el pueblo en que el paramos aquella vez a tomar un té y dar un paseo, y ya empiezo a estar atento a los cruces, porque la carretera que buscamos tiene que aparecer por mi izquierda en cualquier momento.

Efectivamente, aparece, solo que no es una carretera. Es una pista, y bastante deteriorada por las últimas lluvias. Intentamos avanzar, pero se ve bastante rota, de modo que buscamos en el mapa una alternativa. Es dando algo más de vuelta, pero no pasa nada porque íbamos muy bien de tiempo. No sé cómo sería la pista que no pudimos hacer, pero desde luego la alternativa fue una maravilla. Una carretera de montaña muy rota, que en ocasiones parecía más una pista de tierra y barro, y que discurría entre bosques de cedros.

A lo largo del camino nos encontramos con grandes charcos, barrizales, e incluso árboles caídos cortando la carretera. De alguno de esos árboles nos llevamos una rodajita de recuerdo. Nosotros seguíamos nuestro camino, buscando Ain Leuh, y parando constantemente a hacer fotos.

De nuevo, resulta que lo que yo entendía como carreteras en el mapa (y cuando lo comprobé, aparecen efectivamente como carreteras) resultaron ser pistas. De hecho, la primera que teníamos que coger la pasamos de largo, y tuvimos que dar la vuelta para buscarla: nos la habíamos pasado porque estaba tan llena de piedras que no parecía una pista. Me aventuro con la moto, con Silvia y todo, y después de unos metros la pista mejoraba bastante, así que seguimos por ahí. Y es que, hablando como pudimos (porque no hablaban ni francés) con unos pastores, nos confirmaron que esa era la pista que llevaba a Ain Leuh.


Paramos a comer poco después, muy contentos porque estábamos disfrutando de uno de los mejores días, y es que tanto las carreteras, como las pistas y por supuesto los paisajes eran como para repetir. De nuevo la moto hizo de improvisada mesa para preparar unos buenos bocadillos, que en un sitio así y después de una mañana tan divertida sabían incluso mejor.

Continuamos por la pista, hasta que nos cruzamos con un chico que iba en bicicleta. Como pudimos le preguntamos si estábamos en el camino correcto para Ain Leuh, y nos confirmó que efectivamente esa era la pista. Pero también nos dio a entender que las lluvias la habían estropeado, que la riada había arrastrado muchas piedras y que el coche no podría pasar, y la moto seguramente tampoco. Decidimos seguir y ver si está tan mal como nos decía este chico, y pocos kilómetros después comprobamos que no había exagerado mucho: en plena curva, el camino estaba lleno de piedras que habían sido arrastradas por una riada. Entre todos estuvimos un buen rato retirando piedras del camino hasta que pudimos pasar con la moto y con el coche.

A partir de ahí la pista estaba en mejor estado, incluso con tramos de asfalto, y volvemos a disfrutar de la conducción, de los paisajes, de la gente, de los niños… Sin embargo, en ocasiones el camino se complicaba demasiado, y no teníamos ninguna garantía de llegar a Ain Leuh por esa pista. Decidimos desandar parte del camino y buscar la carretera para ir directos hasta Fez. Se estaba haciendo tarde y no era prudente seguir complicándose la vida por una pista que nos preparaba una trampa cada pocos kilómetros. Y es que el agua hizo estragos, ya que estoy seguro de que sin esas riadas la pista habría estado mucho más practicable. Dar la vuelta con el coche no fue sencillo. Apenas había sitio, y en algún momento el coche quedó con la panza apoyada y las ruedas patinando, o en el aire. Con unas cuantas piedras, y ayuda de gente que apareció por allí (y que a saber de dónde venían y a dónde iban) pusimos el coche en ruta de nuevo. Ya empezaba a hacerse tarde, así que nos dimos prisa para llegar a Fez a una hora razonable.

La noche anterior le había pedido a mi hermano Jaime por SMS las coordenadas GPS de mi hotel en Fez, ya que como ya he comentado antes, los mapas de Marruecos para el GPS no permiten navegar por calles y carreteras como los navegadores de coche. Necesitas las coordenadas del punto al que te diriges, y navegar un poco "de oído", siguiendo un rumbo en lugar de indicaciones de por qué calle o carretera seguir. Pero yo pensaba que con las coordenadas del hotel me sería suficiente para encontrarlo, aunque sea en una ciudad grande como Fez. No hizo ninguna falta: nada más entrar en la ciudad, y de la misma manera que unos días atrás cuando pasamos por Fez en nuestro camino hacia Ifrane, un tío en una motillo se me acercó, de acuerdo al guión que siempre se repite: me saluda, se identifica como amigo de los españoles, que si su hermano ha trabajado en una agencia de viajes en Madrid, que por supuesto es guía oficial y que se ofrece a enseñarnos el camino hasta nuestro hotel sin cobrarnos nada. Eso sí, se ofrece a ser nuestro guía al día siguiente, o incluso esa misma tarde, por la medina. Insiste tanto, que para no tenerlo a las nueve de la mañana en la puerta del hotel, me quedo con su número de teléfono para llamarle yo si decidíamos visitar la medina.


Después de una buena ducha y una hora descansando, bajamos a cenar, y aprovechamos para ver las fotos, y hablar con recepción para que por favor nos localizaran un guía oficial, pero de verdad. Ya en la cama, y mientras intentábamos ver una película, caímos profundamente dormidos.